miércoles, 31 de marzo de 2021

VOLVIENDO A LA NIÑEZ, CON LÁPICES DE COLORES

 Entrega nº 62

WILLIE Y FLIP, PERSONAJES DE LA ABEJA MAYA

        De estos ya os hablé anteriormente y hasta indiqué que pronto aparecerían por aquí. Sí, recordaros que pertenecen a la serie japonesa de la Abeja Maya emitida desde el año 1975 y basada en un libro de Valdamar Bonsels editado en el 1912. Serie que se pudo ver en nuestro país desde 1978.

         Y el hecho de ponerlos aquí en su correspondiente dibujo es porque para una de mis nietas, que es bastante dormilona, me dijo que le encantaba el personaje de Willie; en tanto que la otra era defensora de Flip, porque cuando era más pequeña vivió una larga temporada en el pequeño patio de su casa con la presencia de un inquieto y saltarín saltamontes, sin saber cómo llego y cómo desapareció otro día sin dejar huella alguna; y que hasta me dijo que en una ocasión soñó que oía como tocaba su violín apostado en el poyete de su ventana.

         Willie es un regordete zángano, que como ya os conté en otra ocasión es adicto al dulce de la miel y que está comiéndola a todas horas. Lo de su extraordinaria amistad con Maya ya lo sabéis y no se pierde ninguna de sus aventuras, que para eso es su hermano mayor y no quiere dejarla sola nunca, salvo cuando está gozando con sus habituales siestas. Menos mal que ella es hiperactiva y se las chafa casi todas cuando necesita su compañía para seguir recolectando el polen de las flores para su colmena.

         Flip es como ver en el dibujo un elegante, alegre y simpático saltamontes. Nunca se olvida de su monumental y lujoso sombrero de copa y es el auténtico “saltamontes de la guarda” de Maya. Con el único ser que no se lleva bien es con la araña Teka, porque le duele mucho que se coma a los pobres y pequeños insectos que atrapa en la tela que fabrica; tratando de salvarlos rompiendo la tela que teje, cosa que no agrada a ella; y por ello son irreconciliables. Flip dice que es muy feliz porque va donde le apetece con su viejo violín.

         Cumpliendo con mi compromiso, mi conciencia y sueño quedan tranquilos y hasta puede llegar la noche en que sea posible oír las notas de su violín, como le ocurrió a mi pequeña Ángela.



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