domingo, 27 de septiembre de 2020

En tiempo de PANDEMIA

 

Entrega 2. Escrito 11     

A LOS FERIANTES, ABANDONADOS DE LAS MANOS DE LOS DIOSES

     ¡Qué vengan los dioses y vean lo que el “covi-19” y sus ineptos compañeros de viaje, han hecho con el gremio de FERIANTES!

      No hay consuelo para el feriante, ni para sus “cacharritos”, ni para los infantes (y algún que otro maduro mozo) ni para la cerveza, el fino y el recién inventado rebujito, ni para los modernos catering, ni para los alumbrados de  ferias, ni para el algodón dulce, ni el tiro pichón, ni para las retahílas publicitarias de las tómbolas y las chocolaterías, ni para el  pobre turón que paciente espera, desde las fiestas navideñas, la llegada de la primera Feria de primavera, (la de nuestros vecinos de Mairena del Alcor) ni para las Casetas, los farolillos, los bailes y los cantes y, sobre todo, en nuestro albero, para LAS CRUCES de la TABLÁ, ni  para EL PREGONERO (sangre de mi sangre) que tendrá que esperar un año para elevar al cielo su canto de exaltación a LA CRUZ VISUEÑA.

      El consuelo, los aplausos y los reconocimientos, no dan para “papear” ni para sobrevivir. Hacen falta ayudas de todo tipo para sacar del profundo “hoyo” en que se ven hundidos tantos y tantos feriantes. Inventemos formulas salvadoras para estos gremios, derrotados y vapuleados por el covid-19. Tratemos, en venideros mejores tiempos, de devolver a los más pequeños el uso y abuso de sus “cacharritos”. Pensemos en cómo construirles una gloriosa calle del infierno. Vivamos con el propósito de agigantar hasta límites insospechados la obligada y necesaria convivencia. No rompamos la cadena de continuidad festiva de fiestas y ferias, antídotos propicios para vencer al “bicho” que hoy nos subyuga con el hálito de triunfador.

     Y para los visueños y visitantes ¿Qué quiero para ellos? ¡Qué los caballitos del sube y baja vuelvan a cabalgar por nuestros pueblos y ciudades! ¡Qué los patitos se dejen coger por nuestros más pequeños infantes! ¡Qué el infierno se vuelva bendita gloria llena de risas y algarabía! ¡Qué el alcohol corra sin complejo y las más exquisitas viandas lo acompañen en su sabio hacer! ¡Qué el sol, sin preocuparnos de la graciosa lluvia, nos acompañe, y la luna se resista a marcharse de nuestras fiestas! ¡Qué los “latigazos”, los “choques locos” y los “escobazos” se vuelvan incruentas travesuras para sus receptores! ¡Qué las casetas y las calles vuelvan a la normalidad, sin necesidad de guardar distancias, ni de usar mascarillas! ¡Qué los cantes y los bailes se conviertan en sacros y envidiados himnos de la más sana tradición! ¡Qué al final no falten los churros, el chocolate, los buñuelos, las tómbolas y demás greguerías de ferias! No es mucho pedir, no fue poco lo que perdimos en el año de los dos 20. El precio pagado al coronavirus ha sido excesivo e irreparable y son los feriantes, junto a otros muchos profesionales, los grandes paganinis del maldito festín del covid-19.



 

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