Viernes, 11 de enero de 2019.
A 131 días…
¡QUÉ FRÍO VIENEN LOS FRÍOS, ESTE FRÍO INVIERNO!
MI TERMOSTATO, UNA JOYA HASTA QUE SE ME AVERIÓ.
Yo, que tengo un “termostato”
de categoría, para atemperar la temperatura y no notar ni el frío, ni el calor,
cuando estos aprietan, me resisto a creer que los años y el uso invernal de
éste, durante muchas décadas, lo hayan deteriorado hasta convertirlo, en estos
días de frío polar, en un inservible aparato corporal que, a mi pesar, empieza
a dejarme en la estacada de los humanos frioleros.
¡Cuánta pena me da la avería de este siempre valorado,
estimado y personalísimo “termostato”! Sé que, por ello, pasaré frío, como el resto de los mortales,
cuando a los termómetros le dé por bajar de cero grado y que, cuando apriete la
calor, sudaré como mi gran amigo Rafael Blasco.
Y lo peor de
todo es que, no existen las tiendas de reparaciones de viejos “termostatos” como el mío; ni aficionados
que, en sus ratos libres y por caridad divina, se entretengan en arreglar estas
antiguas máquinas de uso corporal.
Ante tanto frío,
me tendré que conformar, a mi pesar, con usar calentadores de mesas de camillas, hasta que me salgan “cabrillas”
en las espinillas y, para la calle, atiborrarme de ropa exterior e interior,
sin olvidar los guantes, la bufanda y la gorra.
Solo me queda,
despedirme con gratitud de mi averiado “termostato”,
compañero inseparable en el frío y en el calor padecidos en tiempos atrás e implorar a Dios que las
intensas olas de frío y de calor, calmen sus malas y perversas intenciones de
hielo y fuego.
¡Vivan los tiempos
fresquitos y los buenos “termostatos”!
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