miércoles, 26 de diciembre de 2018

Con retraso


25 DE DICIEMBRE DE 2018.
A 149 días…   

UN BREVE CUENTO DE NAVIDAD Y UNA MUY BUENA CELEBRACIÓN..

     Abrí el ordenador como otro día cualquiera, sin mirar hora y sin ideas de lo que se me iba a ocurrir plasmar en él, como obligado relato del día.

     Sin darme cuenta, se me coló la fecha de 25 de diciembre con letras mayúsculas y cuando me disponía a modificar su rango, pensé que la fecha, por mérito propio, por ser día de grande celebración, merecía aparecer hoy con letras grandes e incluso en negrilla.

      Lo demás ocurrió porque tenía que ocurrir. Una gitana joven, pobre, mal vestida, desconocida, pero bastante agraciada de físico, salía del zaguán de casa, al tiempo que yo llegaba de hacer los correspondientes “mandaos” del día, portando ésta una bolsa y dando  muestra de gratitud. Como efectivo reclamo de pedigüeña, le acompañaban dos jovencitas niñas, que debían ser mellizas, por su parecido físico y su igual estatura. Ambas vestidas pobremente, delgadas y expresiones de pasar auténtica hambre.

     Con deleite reflejado en sus rostros infantiles sacaron a dúo, de la bolsa que portaba su madre, con manifiesta y clara habilidad, unas rebanadas de pan bimbo y, sin mediar tiempo, rebuscaron en la misma bolsa para encontrar el “manjar”, por si lo hubiera, que habrían de untar en los cuadrados panes. Una tarrina de “nocilla”   apareció en las manos de una de las pequeñas, cuyos bonitos ojos aumentaron de tamaño, mostrando su estirpe calé. Temblorosas, ambas, se disputaron el abrir del bote. Una vez conseguido su apertura, se miraron e inevitablemente, sin hablar, sin emitir una sola palabra, con la mirada, se preguntaron, con qué untar el achocolatado producto. La madre, despierta como la hambre padecida, invitó a las pequeñas a que volvieran a la generosa casa a pedir un utensilio que le permitiera embadurnar los panes con la nocilla. Se resistieron, en principio, pero, inteligentes como la necesidad padecida, se plegaron a ésta y pidieron, a dúo, desde el zaguán y con ciertos buenos modales una “herramienta” que les permitiera preparar el ansiado “bocata”. Hoy, tiempo dominado por el plástico, es fácil encontrar tales útiles en las casas. Un par de cuchillos y unas pocas de cucharas de plásticos   recibieron de los dueños de la casa, acompañados de varios mantecados, premio añadido e inesperado. La carrera hacia el lugar donde se encontraba la madre, bien pudo ser de record. Ésta, sin dirigirse a nadie visible, volvió a dar las gracias y se puso a la tarea de preparar los bocadillos de bimbo y nocilla, incluido el suyo, que también tenía derecho a calmar su apetito mañanero.

     Imposible saber cómo se les dio el día; imposible conocer la generosidad de los demandados; imposible saber y conocer la verdadera situación del trío de pedigüeñas. Ante tanto imposible de adivinar lo mejor es cerrar página y volver a la realidad cercana.

    La realidad nuestra de este gran día fue la Comida de Navidad, cada vez más numerosa, más animada y más “derrochona” en comida, bebidas y caprichos culinarios.

     Mayores, 21 y menores, 11. De comida y bebida, mejor no hablar. No se cómo los cuerpos pueden aguantar tanta y tan variada “ingerencia alimenticia”. A destacar, a lo largo de la misma, el “Amigo invisible” y el consolidado Pregón Navideño. En esto último, muy buena la presentación de la pregonera, realizada por Clemente Junior, emulando con un muy buen decir a su padre. Presentación amena, bien estructurada, simpática, profunda y emotiva. El Pregón, a cargo de Elena, nos sorprendió por su originalidad afectiva, por haberlo realizado con Emma a cuestas, con esporádicas intervenciones no programadas y contando con la colaboración, en inglés, de todos los sobrinos. Para el año que viene, ya tenemos pregonera, María. Boda y Pregón Navideño. No puede fallar en ninguno de los dos eventos. Y Presentadora de María, la Matriarca Rosa. Le echaremos una mano para tratar de mejorar (tarea difícil) a los de este año.

     Y para cerrar el comentario de hoy y completar el breve cuento navideño, corresponde una meditación y un ejercicio comparativo de manifiesta desigualdad. Las dos mellicitas gitanas se volvieron locas con su pan con nocilla y con su mantecado. Los niños, los nuestros, comieron poquísimo, rechazaron manjares, pensaron poco o nada en los muchos niños desfavorecidos del mundo, dejaron abundantes sobras. ¿Hubieran disfrutado más con bocatas de nocilla? Como nuestra desconocidas amigas del cuento inacabado?

    Preguntas obligadas:
- ¿Celebramos bien la Navidad?
- ¿Podríamos mejorar ésta?

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