Domingo, 24 de junio de 2018.
A 334 días…
COSTA BALLENA
Suena el móvil, número desconocido, voz masculina, breve presentación
del “llamador”, empleado de una inmobiliaria, educado saludo y al tema: -
¿Venden ustedes su piso de Costa Ballena? Los precios están al alza y es el
momento. Respuesta fácil: _ De momento, no. Todavía nos quedan ganas de
disfrutarlo.
Y
así es. Todavía conservamos el apetito de uso de él y de su bonito entorno,
principalmente, su magnífica playa, sus amplias avenidas, su exuberante
vegetación, su cercanía a sugerentes pueblos andaluces (Jerez, Sanlúcar, Rota,
Chipiona) y su limitación de altos edificios (sólo se permiten 3 plantas en las
construcciones) ¡Rascacielos a “Benidorm” y a las grandes urbes!
El
“finde” último nos dimos una vuelta por Costa Ballena. Como en otras muchas ocasiones el paseo mañanero por la
orilla, en la baja mar, es un apetecible y barato lujo. La brisa marina, el
ronroneo del mar al romperse sobre la blanca y fina arena, la ligereza de ropa,
el invisible yodo medicina gratificante para los sufridores “tiroideos”, la
luminosidad, el olor a mar, la tranquilidad del tempranero momento, la limpieza
del aire a respirar, la contemplación de las bandadas de gaviotas en la tierra
firme o en sus cortos desplazamientos y la reconocida grandeza del mar,
constituyen un preciado catálogo de cosas buenas de difícil olvido; no permitiéndonos la
renuncia a tales regaladas bondades.
Deseando estamos de pasar de lo efímero a lo permanente, de alargar
nuestra estancia en el querido enclave roteño.

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