Sábado, 11 de agosto de 2018
A 285 días …
EL CUMPLE DE ELENA (35 “TACOS”)
Como sigamos así no habrá quien nos quite
el renombre de “FAMILIA CELEBRACIÓN”.
Hoy ¿Qué
toca? Hoy, estamos contentos, porque vamos de cumpleaños. La homenajeada
es Elena que, en un periquete, se ha plantado en los 35 años y, como es lógico,
nuestros jóvenes se empiezan a ver “mayores”. Ja, ja, ja. ¿Cómo tendría que
verme yo, caminando hacia los 80? y Rosa no dejaría de repetirme ¡Qué te gusta
ser viejo!
La verdad es que, entre tantos cumplemeses
y tantos cumpleaños, el tiempo más que correr, vuela, negándonos los stop o las
paradas deseadas. Y, encima, las celebraciones, infatigables voladoras, con
exagerada prontitud, pasan a inscribirse en el álbum de los recuerdos pasados y
marchitos.
Olvidemos
y pasemos de elucubraciones y
cavilaciones inservibles y centrémonos en el CUMPLEAÑOS de ELENA, por celebrar.
La cuestión de los regalos es algo muy
personal y no necesita formar parte de este intrascendente relato. Solo
destacar uno, un precioso ramo de rosas que en cualquier historia podría ser
protagonista de la misma.
Algo caprichoso, fuera de la cronología de
una celebración cumpleañera, modificaron el orden del día. La obligatoria tarta
nos la tomamos unas pocas horas antes de tiempo, por deseo de la homenajeada,
no al final de la pequeña fiesta. El correspondiente canto del “cumpleaños
feliz” y el encendido y soplos del 3 y
del 5, cantado en español y en inglés, fueron notas adelantadas. Caprichos de
los celebrantes. Por cierto, la tarta de San Blas estaba riquísima. Otra
simpática nota a reseñar fue el susto, seguido de llanto del pequeño Ángel, con
“pucherazo” incluido, al final de los cánticos y después de los fuertes
aplausos que siguieron a estos.
El levante aprieta, el calor se vuelve
protagonista de la tarde. ¡Ojalá caiga y refresque algo el ambiente con la llegada de la tarde noche! Y así fue, la
noche refrrescó, convirtiéndose en una de las mejores de la temporada.
En diferentes oleadas nos dirigimos al
“Faro Blanco”, copropiedad del dueño del “Chinini”. ¡Bonitos y rentables
negocios! Gran parte del camino lo hicimos por el paseo de arriba y, solo la
parte final, por la playa. Cuando llegamos, la mayoría ya estaba acomodada en
una larga mesa. Como ocurre, casi siempre, no había tiempo que perder,
solicitud de bebidas y petición de la carta para pedir. El buen tiempo, el
local, su situación en primera línea de playa, la tenue música del “Ajedrez”,
sito al lado del nuestro, el buen ánimo de todos y otros agradables factores,
invitaban a la amena charla y al destierro de las prisas. Aunque Teo tuvo que
insistir más de una vez en disfrutar de
la tranquilidad y sosiego reinante.
A la variedad de las solicitadas bebidas,
consecuencia de los variados gustos de los comensales, siguió la elección de
los platos a compartir por nosotros. Acertamos en la citada elección, pues todo
lo pedido estuvo a gusto y agrado de los comensales; empezando por las asedías
devoradas con avidez por Emma, y
siguiendo por la croquetas, los calamares, la ensalada tropical, el rico
revuelto y demás viandas compartidas.
Poco a poco, el local fue llenándose y la
animación y el volumen de voz creció unos decibelios, sin llegar ello, a
convertirse en molestia para los clientes. Se brindó más de una vez con
manifiesta euforia y se habló de todo un poco, siendo el tema principal, los
fantasmas, los espíritus, los miedos y otras anécdotas similares. El anillo de
María, regalo de Antonio fue otro recurrente tema. No faltaron rememorar
situaciones “asquerosillas” de algunos de los presentes, acompañadas de lógicas
risas.
Si abandonar el “Faro Blanco”, nos mudamos
al “chip-lau” (ya me corregirá Ángel) para tomar unos “ginmais” (Aquí no hay
corrección posible, es una palabra inventada por nuestro querido Diego que
cuenta, cada día que pasa, con más adeptos)
Se puso de manifiesto, como de costumbre,
la variedad de gustos del personal, a la hora de elegir combinados. Dominando
los “Ginmais” de ginebra con tónica y la
pregunta de si había helado sin azúcar.
La noche fue bastante completa.
Agradecemos a los anfitriones, su invitación y esperamos nuevas celebraciones.
El premio al “trabajo” se lo llevaron los
que tuvieron que bregar con los más pequeños.
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