LAS
NOCHES DE MI OTOÑO
La noche azul de mi otoño
sin
merecer, me regala
fiestas
para el corazón,
paz
para mi despierta alma.
La
luna, sola en su alcoba,
vierte
su luz milenaria;
las
estrellas parpadean
con
intermitente guasa
y
un botón de luz, me pinta,
Venus,
desde su atalaya.
En
mi calle ronda el aire
con
cánticos de alba escarcha
y
por los alcores corren
unas
brisas perfumadas
que
esparcen dulces aromas
en
las viejas madrugadas.
No
sé qué me pasa a mí,
cuando
la tarde se apaga
y
las noches de mi otoño,
visten
sus mejores galas.
Sin
pensarlo, ni quererlo
me
nacen furtivas lágrimas
que
bajan por mis mejillas
para
morir en la nada.
Y
siento sobre mi pecho
penas
y alegrías santas
y
un asombroso sosiego
se
adueña de mi pobre alma.
Lo
íntimo se hace notorio.
Despiertan
mis esperanzas,
cuando
las noches de otoño
abren
frascos de fragancia,
como
las flores que guardo
en
mis eternas miradas.
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