LOS
FRÍOS DEL SEQUERO
Los
fríos vienen cantando
por
las puertas del Sequero,
cogen
por la calle arriba,
la
del viejo ayuntamiento,
hacia
la calle Real,
donde
darán un concierto.
Traen
zambombas de escarchas,
panderetas
de albo hielo,
sonajas
de blanca nieve
y,
de rocío, un pandero.
Afinaron
ya sus voces
como
cuchillos de acero,
capaces
de cortar el aire,
el
cutis y todo el cuerpo.
Han ensayado en la Vega
unos
villancicos nuevos,
los
que los han escuchado
muy
pronto los aprendieron.
Dicen que llevan
aromas
de
tomillo y de romero,
que
saben a yerbabuena
y
que levantan los vellos.
Los
naranjos impacientes,
perfumes
lanzan al cielo,
y
unas gotas de azahar,
lágrimas
de limoneros,
caen
sobre las aceras
cuando
se acerca el adviento.
Próximo
a la Recovera,
los
fríos se paran prestos,
quieren
refrescar la cara
de
la mujer de sus sueños
y,
entre furtivos susurros,
le
regalan tibios besos.
Los fríos vienen cantando,
cancioncillas
de romeros,
villancicos
que han nacido
en
el Alcor de estos versos.
Si
deseáis escucharlos,
prended
bufandas al cuello,
acercaos
a la Muela
o
a las puertas del Sequero.
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