LAS LENGUAS DE DESOLLAR
Las lenguas de desollar
afilaron
sus aceros
en
este rústico cabo
del
continente europeo.
¡Qué grandioso negocio es,
llevar
al desolladero
a
todo aquel que se viste
con
pieles de famoseo!
Los
famosos de estos días,
artistas
del pataleo,
arreglan
desfachateces
con
retahílas de pleitos.
Y
la pausada justicia,
arregladora
de entuertos,
desuella tardíamente
a
estos ilustres mostrencos.
El público se alimenta
con
cuantiosos chismorreos,
los
devora, los engulle
como
panecillos tiernos.
Las
horas de desollar
crecen
en nuevos espejos
que
fabricaron ayer
el
tedio y el aburrimiento.
Las
lenguas de desollar,
entre
acres babas, crecieron,
en
este rústico cabo
del
continente europeo.
¿Hasta cuando han de durar
los
turbios desolladeros?
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