¡NUNCA FUE TARDE!
Las palabras silentes o sonoras,
notas
de sentimentales pentagramas,
brotan
alborozadas sobre ramas
esbeltas,
en predestinadas horas.
Los llantos y las risas urden tramas,
cuando
la grata esperanza, a deshoras,
hila
sobre la piel, dulces doloras,
alegres
cantos, encendidas llamas.
Y
los humanos, gatos escaldados,
oídos
sordos a truenos ajenos,
buscan,
en los santorales, aliados.
Fertilizan, tardíos, los terrenos,
eriales
y páramos olvidados,
para
hacer del dolor, goces serenos.
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