lunes, 25 de noviembre de 2013

Romance breve de los Alcores

ROMANCE BREVE DE LA LUNA POR LA TABLÁ

     Ya va subiendo la luna
de la Vega a la Tablá,
luce como una chiquilla
arreglada y bien plantá.
Mírala como presume,
encima del olivar,
con su carita tan blanca
como la flor de azahar.
En la alberca de la Muela
riela llevando el compás,
con el canto de las aguas
que por las acequias van.
Venus, galán de la noche,
luminaria de cristal,
le quiere tirar los tejos
a la luna resalá
y un ruiseñor del Alcor,
despierto en la madrugá,
ensaya precioso canto
para su luna de sal.

     En la otra esquina del pueblo,
muy cerca de la Luná,
dos ojos miran la luna,
no se cansan de mirar
su cutis de porcelana,
su cara de nívea cal,
prendados están de su alma,
como el cielo, de la mar.
Ya va bajando la luna,
con cansino caminar,
buscando un sereno lecho, 
donde poder descansar.
Venus, desde su atalaya,
dolido, la ve marchar,
no se resigna, no quiere
esperar un día más,
para ver a la lunita,
sobre el olivar, pasar.
El ruiseñor del Alcor,
inventa nuevo cantar,
tiene, las horas del día,
para poder ensayar
la canción que, a su lunita,
él le quiere dedicar.
Los ojos enamorados
que moran en la Luná,
lágrimas de honda tristeza
derraman sobre el naranjal,
cuando a la luna lunera
ya no la pueden mirar.

     La luna ya se marchó,
dejando su mal atrás,
un Venus desesperado,
cansado de tanto esperar,
un ruiseñor que ha olvidado
las notas de su cantar
y unos ojos traicionados,
ciegos, en su eternidad.
Mañana, al volver la noche,
no sé, luna, si vendrás,
piensa que un viejo planeta,
un ruiseñor muy legal
y un par de brillantes ojos,
esperan  verte llegar,
y después, ver como subes,
como subes la Tablá.
No seas malaje, luna,
que poco te ha de costar,
el darte una vueltecita
por este viejo orillar.


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