jueves, 17 de octubre de 2013

Versos desesperanzados de hoy, de ayer y de siempre

       
  ¡RENDICIÓN!

     El pueblo se está rindiendo
como lumbre que se apaga,
busca fáciles senderos,
dejando morir las brasas.
Y a mí, retorcido leño,
se me quiebran las palabras
y una rabia contenida
acrecienta en mí, la  lástima
por criaturas que se rinden,
presas de abyecta pantalla,
pregonera del mas gusto
y de turbias payasadas,
de macabro cotilleo
que va degradando el alma.

    El pueblo se está rindiendo
como el sueño que se acaba,
hurga en heridas ajenas,
olvidando sus mandangas.
Y en mí, envejecido tronco,
hojas y ramas se escarchan,
cuando los hombres se rinden,
a unas hordas chabacanas
regidas por los caudillos
de las audiencias baratas,
capaces de dar al aire,
con altavoces de plata,
las flaquezas, las miserias
de la pobre especie humana.

     El pueblo se está rindiendo
a la mentira canalla,
a unos fieros chismorreos
que las mentes, abotargan.
Y a mí, aprendiz de juglar,
perdedor de mil batallas,
Quijote de poca monta,
se me está rompiendo el alma,
al ver como en este Sur,
hecho con ríos de lágrimas,
el pueblo ya está rendido
a la basura macabra,
a los dimes y diretes,
a los chismes de fulana,
a los más grandes hermanos,
a los golfos de una granja,
a los dueños de las teles,
a la gente charlatana,
a los ídolos de barro,
a muchos cantamañanas,
a políticos corruptos,
a los que pegan y matan
y a muchos otros fantoches
que al final, no valen nada.

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