¡QUIÉN
ME LO IBA A DECIR!
Ayer, cuando vi tu cara,
de
tu semblante fui preso,
mis
ojos, locos de atar,
en
tus ojos se perdieron,
náufragos,
al navegar
en
la mar de sus adentros.
¡Ay, quién me iba a mi a decir,
que
el sabio destino, era eso!
Ayer,
cuando te perdí,
se
me apagó el universo,
mi
vida buscó refugio
en
triste agujero negro,
donde
se esconden los hombres
que
sin morir, están muertos.
¡Ay, quien me iba a mi a decir,
que
el destino cruel, era eso!
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