MUSAS, ¿PARA QUÉ?
Mis musas se han escondido
en
oscuros recovecos,
yo
las busco, yo las llamo,
y
sólo escucho los ecos
de
mis voces, que se escapan
por
las rendijas del viento.
Mis musas se avergonzaban
de
los infantiles versos
que
yo, en sus largas ausencias,
trazaba,
atado a los miedos
que
por mi mente jugaban,
como
si fueran sus dueños.
Mis musas me abandonaron,
me
dejaron, sin quererlo,
y
desde entonces camino
perdido,
roto, desecho,
sin
encontrar las palabras,
alma
de poema nuevo.
Mis musas céleres huyen,
cuando
a escribir, yo me siento,
no
soportan, no comprenden,
el
monótono tecleo,
frente
a ruin ordenador,
para
componer los versos.
Mis musas me despreciaron,
muertas
de envidia y de celos,
al
descubrir que tenía
algunos
amantes nuevos,
para
inspirar mis poemas,
para
incardinar mis versos.
El trabajo y la constancia
son,
desde ahora, mis dueños.
Lápiz de color sobre papel.
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