EN
TU ORILLA RECORDÉ ...
Ayer, inmóvil en tu orilla,
cual
estatua salpicada de tu sal,
congelé
mi presente
para
recuperar olvidados ayeres de infancia.
Entorné
los ojos,
deje
caer mis plúmbeos párpados
y
miré interioridades
por
las rendijas de la memoria,
antes
de abrir sus ajados y recios portalones.
Salinos
aromas despertaron
descoloridas imágenes de otras orillas,
de
otras arenas,
de
otros consumidos tiempos,
todos,
hijos de un mismo grato mar.
Placeres,
regustos, añoranzas y tristezas
se
hermanaron silentes,
huérfanos
de realidad,
en
torpes idas y venidas,
ausentes
de cronologías.
Un
desconocido infante,
ignota
criatura
sonsacada
de amarillentas fotografías
de
un idealizado pasado,
dueño
efímero de irreal playa,
se
asomó jocoso
a
la mentira del provocado sueño,
alienando
mis sentidos,
dándome
a beber
el
engañoso licor de los soñadores.
Las realidades de unos niños de verdad,
expertos
en alegría,
penetraron
en mis entelequias,
acrecentando
gozos,
origen
de frágiles éxtasis seniles,
y
unas gotas de mar,
salpicadas,
me
devolvieron a la realidad,
quebrando mi finita complacencia.
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