A UN OLIVO VERDE
Olivo de hojitas verdes,
con
verdor, de verde olivo.
Tronco
de quebrado acero,
por
el tiempo retorcido,
tallado,
como se tallan,
las
olas del mar bravío.
Grietas
recorren tu cuerpo,
dibujando
mil caminos,
caminos
de mil recodos,
recodos
de hieles y vinos,
donde
se esconden los vientos
y
se escapan los suspiros.
Olivo de olivas verdes,
con
verdor, de verde olivo.
Oliva
de duro hueso,
en
su interior escondido,
fruto
de jugoso óleo,
con
esfuerzo recogido.
Vareados
en los aires
con
vara de cuerpo fino,
por
la fuerte y ruda mano
del
aceitunero altivo,
jornalero,
a su pesar,
cumpliendo
triste destino.
Olivo de sueños verdes,
con
verdor, de verde olivo.
Vives
para ser soñado
con
sueño alegre, de niño,
grabado
en tu recio tronco
con
gubias de acero vivo,
fabricadas
en las fraguas
que
existían en El Viso,
entre
el alcor y la vega,
entre
verdades y mitos.
Sueños
que se han despertado
a
la sombra de un olivo,
que
junto a la Piedra el Gallo,
no
deja de querer al Viso.
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