UNA
MADEJA DE VERSOS
Sentado ante ti me encuentro,
tratando
de devanar
una
madeja de versos,
hilados
frente a la mar.
En
la rueca hilo, que hilo,
y
no quiero descansar,
temo
que un necio olvido,
me
la pueda arrebatar
y
se esfumen, como niebla,
mis
versos, frágil cristal.
Con
hilos de fantasía,
los
versos, quiero engarzar,
en
un sereno poema
de
espumas y blanca sal,
con
aromas marineros
y
sueños de navegar.
Como
gaviotas adultas,
quiero
echarlos a volar,
con
alas de impresas páginas,
acabadas
de estrenar,
de
un inacabado libro,
compendio
de mi verdad.
La
madeja de mis versos,
apreciado
manantial,
va
vertiendo sus vocablos
sobre
el salino orillar,
componiendo
con mesura,
poema,
alegre cantar,
que
sueña ser bautizado
con
las aguas de la mar.
La
madeja de mis versos
fue
menguando al caminar,
al
dejar sobre la arena
versos
para declamar.
Mientras,
el nuevo poema,
va
creciendo más y más,
rebuscando,
entre las aguas,
bendita
felicidad.
Al
final de su camino,
huera
la madeja está,
y
al dejar su último verso
como
epílogo final,
lluvia
de furtivas lágrimas
derrama
sobre la mar,
escribiendo
su epitafio,
sobre
un rosado coral,
cumpliendo
bello destino
dictado
en el más allá.
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