jueves, 27 de junio de 2013

De vuelta


            MILAGRO

     Silentes gritos de tedio
se esparcieron envalentonados
sobre los míseros caminos
de aquel desesperado hombre.
Las dosis de aburrimiento,
ingeridas desde su inexistente infancia,
engendraron en su mente,
desabridas desganas,
bruscos pasotismos,
montaraces indiferencias,
hurañas inapetencias,
que culminaron, sin alborotos,
sin prisas, sin pausas,
en majestuosas soledades,
en ciclópeos retiros,
en solemnes aislamientos,
en enfáticas clausuras,
significados roedores,
permanentes e inquebrantables,
de la humana vida,
de la concedida existencia.

     Encerrado en su ostracismo,
hastiado de tanto bostezo,
empalagado de profundos suspiros,
padeció, sin comprender,
cruel e incurable enfermedad,
dolencia maldita,
sumo padecimiento
que, con perversa machaconería,
les abrían las puertas
a la definitiva Parca,
caprichosa e inflexible dueña
del andar por estos lares.

     Sólo un milagro,
un gran portento,
una loca quimera,
podrían seducir al moribundo,
podrían encantar al desahuciado,
despertando sus vírgenes potencias,
sus no usadas habilidades,
sus no estrenadas destrezas,
ocultos parabienes del ser humano,
desaprovechadas mañas,
inquilinos desconocidos.
 
     Unas ráfagas de música,
unos decididos cánticos,
unos descarados versos,
unas sencillas palabras,
unas resueltas pinceladas,
un osado arco iris,
unas audaces danzas,
unos mágicos vuelos,
unas atractivas formas,
el hechizo de un relieve,
un humo sensible,
un soplo de arte,
llenaron los caminos
de aquel desesperado hombre,
sacándolo de su languidez,
liberándolo de su tedio,
rescatándolo de su no existir,
salvándolo de todo.

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