VIEJOS AMORES
Cuando la tarde se agacha,
buscando
calma y sosiego,
se
escuchan por los alcores,
madrigales
y requiebros,
encendidas
luminarias
de
ricos amores viejos,
crecidos
en luengas noches
de
esplendorosos luceros.
¿En dónde, añejos amores,
aprendisteis
vuestros vuelos,
en
dónde, amores, libasteis
el
elixir de lo eterno?
Envidias, pelusas necias,
navegan
a ras del suelo,
mareas
de incomprensiones
buscan
la oreja del viento,
para
contarle bajito,
las
penas que llevan dentro
y,
de paso, descubrirle
al
viejo amor, sus secretos.
En tibios amaneceres,
melodías
de silencios,
banderolas
del amor,
procrean
serenos vuelos,
palomas
de los alcores,
aromas
de amores viejos,
amores
sublimizados
en
las esquinas del tiempo.
En ciegos anocheceres,
de
lunáticos senderos,
los
amores, ya crecidos,
rielan
luces y destellos,
luciérnagas
y fulgores
de
la noche de los sueños,
envueltos
en celofanes,
en
melodías, envueltos.
¿De qué, estos grandes amores,
de
qué materia están hechos,
que
resisten, decorosos,
los
avatares del tiempo,
los
mohos de la rutina
y,
al vivir, siguen creciendo?
Amores, viejos amores,
cantos
de aromas eternos,
descubrid
vuestros arcanos
a
tantos amores nuevos
que,
en dorada juventud,
se
quiebran, mustios, enfermos.
Amores,
viejos amores,
páginas
de hermoso cuento,
confesad,
sin dilaciones,
oportunos
pregoneros,
dónde
bebisteis amores,
dónde
hallasteis los veneros
del
cariño, la ternura,
de
la comprensión y afecto,
y
de aquello que atesora,
estos
amores auténticos.
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