miércoles, 15 de mayo de 2013

Versos del enamorado III


CELOS

     Ni los quiero, ni los busco,
y en sus redes, yo me enredo.
¡Ay, pobre corazón mío,
que sin querer ser su dueño,
los celos, malayos sean,
me están matando por dentro!

     Ayer, mientras te miraba,
me traicionaron los celos,
cuando un rayito de sol,
dardo mezquino y certero,
encendió, mujer, tu boca, 
rozando tus labios frescos.
Y aquellas dos luminarias,
imanes de mis deseos,
despertaron en mi espíritu,
ráfagas de envidia y miedo
y una sombra de dolor,
cegó mis ojos despiertos.
¡Maldito sea aquel rayo!
¡Maldito sean los celos!

     Hoy, mientras te acariciaba,
me traicionaron los celos,
cuando la brisa marina,
hija de un sumiso viento,
alborotó tu melena,
hizo volar tus cabellos,
que, como altivas gaviotas,
se apartaron de mis dedos,
trocando mis caros tactos,
en ingratos desconsuelos,
¡Maldita sea la brisa!
¡Maldito sean los celos!

     Mañana, mientras te sueñe,
me traicionarán los celos,
cuando los flacos segundos,
migajas de breve tiempo,
tomen ropas de largueza,
se vistan de rato eterno.
Y mil dudas, sin sentidos,
críen en mis pensamientos
gruesas infidelidades,
                              dolos y duelos quiméricos.
¡Maldita sea la espera!
¡Maldito sean los celos!

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