viernes, 18 de enero de 2013

Romance breve


                            UN ESPEJO PARA MI ALMA

     Viajero de la utopía,
yo rebusqué, entre mis sueños,
un bazar de lo imposible,
donde comprar un espejo,
que quisiera mostrar mi alma,
como refleja mi cuerpo,
por ver si había sufrido,
en el correr de su tiempo,
profunda metamorfosis,
desgaste y envejecimiento.

                                   Al soñar, todo es posible,
lo falso y lo verdadero,
y no resulta costoso
alcanzar cualquier deseo.
Y fácil, logré capricho,
encontré querido espejo,
capaz de contener  mi alma
en su falaz aposento.
No sé que sentí, ¡Mi Dios! 
cuando mis ojos la vieron,
detrás de aquel ventanal,
asomada en el espejo.
No era ni vieja, ni joven,
intangible monumento,
etérea, inmaterial,
invisible, como el viento,
y, sin embargo, mis ojos,
ahora, la estaban viendo,
como criatura real,
como si tuviera cuerpo.

     El milagro se rompió
cuando se rompió mi sueño
y, en un instante silente,
se evaporó del espejo,
dejándome sabor grato
 y un aroma placentero,
difíciles de olvidar,
aunque fueran sólo un sueño.

    ¡Si el alma es como la vi,
nada me importa mi cuerpo,
si su esencia, es el vivir,
ha de ser eterno premio!

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