UN ESPEJO PARA MI
ALMA
Viajero de la utopía,
yo
rebusqué, entre mis sueños,
un
bazar de lo imposible,
donde
comprar un espejo,
que
quisiera mostrar mi alma,
como
refleja mi cuerpo,
por
ver si había sufrido,
en
el correr de su tiempo,
profunda
metamorfosis,
desgaste
y envejecimiento.
Al soñar,
todo es posible,
lo
falso y lo verdadero,
y
no resulta costoso
alcanzar
cualquier deseo.
Y
fácil, logré capricho,
encontré
querido espejo,
capaz
de contener mi alma
en
su falaz aposento.
No
sé que sentí, ¡Mi Dios!
cuando
mis ojos la vieron,
detrás
de aquel ventanal,
asomada
en el espejo.
No
era ni vieja, ni joven,
intangible
monumento,
etérea,
inmaterial,
invisible,
como el viento,
y,
sin embargo, mis ojos,
ahora,
la estaban viendo,
como
criatura real,
como
si tuviera cuerpo.
El milagro se rompió
cuando
se rompió mi sueño
y,
en un instante silente,
se
evaporó del espejo,
dejándome
sabor grato
y un aroma placentero,
difíciles
de olvidar,
aunque
fueran sólo un sueño.
¡Si el alma es como la vi,
nada
me importa mi cuerpo,
si
su esencia, es el vivir,
ha
de ser eterno premio!
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