LA NOCHE DE SAN SILVESTRE
Cuando llega San Silvestre,
a
lomos de un cansado año,
el
pueblo encuentra pretextos
para
poder celebrarlo.
La
noche de San Silvestre
es
noche de sobresaltos,
es
noche de despedida,
es
noche de encuentros gratos,
se
vitorea la muerte
y,
la vida, al poco rato.
El
año viejo se inscribe
en
el libro del pasado,
el
año nuevo nos llega
pleno
de dudas y arcanos.
A
San Silvestre, el Mayor,
nada
le parece extraño
y,
con risa socarrona,
se
ríe de los humanos,
que
celebran delirantes
las
pérdidas de sus años.
Campanas
de viejos bronces,
hacen
sonar sus badajos,
doces
campanadas, doce,
anuncian
el nuevo año
y
las muchedumbres gritan,
beben,
cantan alocados
y
liberan los impulsos
durante
un año guardados.
¡Ay San Silvestre querido,
el
último de los santos!
No
te costó darte cuenta
como
somos los humanos,
amantes
de la alegría,
a
veces, malhumorados
y,
casi siempre, patrones
de
niños mal educados.
Perdónanos
San Silvestre
que
esto que viene pasando,
es
costumbre pasajera
que
ocurre una vez al año,
y
como dice el refrán:
“Ni
a un santo le haría daño”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario