MAR
La mar se entregó, rendida,
a
mis ojos, bien despiertos,
a
mi alma enamorada,
a
mi pobre entendimiento,
con
sus salinos aromas,
con
sus brillantes destellos,
con
su brisa marinera,
con
su grato ronroneo,
con
sus idas y venidas,
con
su vivo contoneo,
con
sus orillas de plata,
con
su color azul cielo,
con
sus juguetona olas,
con
la rosa de sus vientos,
con
sus cíclicas mareas,
con
sus sueños marineros,
con
sus despiertas resacas,
con
sus amores secretos,
con
su finito horizonte,
con
sus sabores eternos,
con
sus barcos, con sus buques,
con
sus pequeños veleros,
con
sus amadas gaviotas,
con
sus llantos, con sus miedos,
con
sus desnudos bañistas,
con
el frescor de su aliento.
Y mi alma enamorada,
gozó
sublime embeleso,
y
mi mente despejada,
se
perdió en un grato sueño,
y
mis ojos derramaron
lágrimas
de amor secreto,
y
se repitió el milagro
de
anteriores encuentros.
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