sábado, 9 de junio de 2012

Versos para meditar


PRESOS DE LAS PEQUEÑAS COSAS



Presos vivimos los hombres
de muchas pequeñas cosas
que, hermanadas en el tiempo,
resultan muy peligrosas.
Con cadenas invisibles,
forjadas con paradojas,
recorremos breve vida
atados a cuerdas cortas,
y aunque libre nos creamos,
      dueños de todas las horas,
somos sumisos esclavos
de miles pequeñas cosas.
El monótono reloj,
de siempre, antes y ahora,
domeña nuestros haceres
con habilidad pasmosa,
somentiéndonos al tiempo,
poco a poco, gota a gota.
Almanaques, calendarios,
con el reloj colaboran,
horadando nuestras vidas
como frágiles esponjas,
escurridas por los cronos
de aquestas pequeñas cosas.
El “que dirán” de las gentes,
causa de serias zozobras,
nos hace andar por la vida
rencos o a patita coja,
llenos de absurdos prejuicios,
consideraciones tontas
que, en aras del conformismo,
nuestra libertad acorta,
atándola a los caprichos
de aquestas pequeñas cosas.
La comida y la bebida,
disfrutes de buenas bocas,
por exceso y por defecto,
las libertades recortan.
Bulímicos, anoréxicos,
flacuchos y gente gorda,
no saben lo que tomar
para gozar bellas formas.
Nadie satisfecho está
con el cuerpo que le toca.
A unos, músculos les faltan;
a muchos, kilos les sobran.
Con este injusto reparto
casi nadie se conforma.
Labios, tetas y mejillas
con silicona se engordan;
se ocultan vividos años,
se tensan las pieles fofas.
Todos libertad perdemos
por estas pequeñas cosas.
En el vestir y el calzar,
dueños de férreas modas,
imponen, con vil descaro,
tejidos, pieles y formas.
Y que nadie en estos lares
piense saltarse las normas,
si no quiere ser tachado
de inadaptado pasota,
de aburrido carcamal
y de obsoleta persona.
Queriéndolo o sin querer,
entre seriedad y broma,
encorsetamos la vida
con estas pequeñas cosas.
La fama, efímera dama,
a los humanos nos ronda
con sutiles serenatas
que los sentidos atontan,
aborregando las mentes,
hundiéndonos en las sombras
de impersonales conductas
impropias de las personas.
Y como premio logramos
títulos en trapisonda,
y perdemos libertad
con estas pequeñas cosas.

Presos morimos los hombres
de muchas pequeñas cosas
que carcomen corta vida,
antes de alcanzar la “fosa”.


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