ROMANCE VERANIEGO
Era una noche de Junio,
negra,
callada y serena,
encima
de los alcores
celaban
miles de estrellas
y, en una esquina del cielo,
brillaba
la luna llena,
iluminando
los campos,
donde
el girasol, sestea.
Al filo de media noche,
la
blanca luna alcoreña
se
paseaba curiosa,
sobre
tejas y azoteas,
perdiéndose
en los rincones,
recorriendo
las callejas.
En
brazos de grata noche,
cuando
los duendes pasean,
la
luna escuchaba el canto
de
las aguas de la Muela,
sollozando
intermitente
al
correr por las acequias.
Después
se escuchó el cantar
de
una alondra prisionera.
Un
viento, de suaves rachas,
quebró
sus notas primeras.
Y
una bella cancioncilla,
voló
con sones de seda,
bajo
los verdes ramajes,
sobre
las crecidas hierbas,
despertando
en nuestras almas,
deseos
de estar con ella.
Era
un jubiloso canto,
saturado
de belleza,
de
juventud y de amor,
regalo
de una pareja,
para
las aguas tranquilas
de
la fuente de la Muela,
para
la luna, los vientos
y
la alondra prisionera.
“En el parque hay una fuente,
siempre
con sus aguas frescas,
aquel
que, sus aguas bebe,
de
amor, su corazón llena.”
cantaban
un par de voces
en
el parque de la Muela.
Pasados
unos instantes,
se
apagaron, como velas,
las
voces enamoradas
que
cantaban en la Muela.
Callaron
las suaves voces,
la
alondra murió de pena,
la
luna, llena de celos,
huyó
por las azoteas,
y
el viento mudó sus aires
por
una brisa serena.
Todo
se volvió silencio,
la
nostalgia hizo presencia,
sólo
en la Muela se oía
el
rumor del agua fresca,
sollozando
intermitente,
al correr por las
acequias.
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