jueves, 28 de junio de 2012

Otra vez al romancero de siempre


ROMANCE VERANIEGO


     Era una noche de Junio,
negra, callada y serena,
encima de los alcores
celaban miles de estrellas
y,  en una esquina del cielo,
brillaba la luna llena,
iluminando los campos,
donde el girasol, sestea.

     Al filo de media noche,
la blanca luna alcoreña
se paseaba curiosa,
sobre tejas y azoteas,
perdiéndose en los rincones,
recorriendo las callejas.
En brazos de grata noche,
cuando los duendes pasean,
la luna escuchaba el canto
de las aguas de la Muela,
sollozando intermitente
al correr por las acequias.
Después se escuchó el cantar
de una alondra prisionera.
Un viento, de suaves rachas,
quebró sus notas primeras.
Y una bella cancioncilla,
voló con sones de seda,
bajo los verdes ramajes,
sobre las crecidas hierbas,
despertando en nuestras almas,
deseos de estar con ella.
Era un jubiloso canto,
saturado de belleza,
de juventud y de amor,
regalo de una pareja,
para las aguas tranquilas
de la fuente de la Muela,
para la luna, los vientos
y la alondra prisionera.

     “En el parque hay una fuente,
siempre con sus aguas frescas,
aquel que, sus aguas bebe,
de amor, su corazón llena.”
cantaban un par de voces
en el parque de la Muela.
Pasados unos instantes,
se apagaron, como velas,
las voces enamoradas
que cantaban en la Muela.
Callaron las suaves voces,
la alondra murió de pena,
la luna, llena de celos,
huyó por las azoteas,
y el viento mudó sus aires
por una brisa serena.
Todo se volvió silencio,
la nostalgia hizo presencia,
sólo en la Muela se oía
el rumor del agua fresca,
sollozando intermitente,
                              al correr por las acequias.

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