¡RECUERDOS!
Cada
vez que miro atrás
y
hurgo en caduco pasado,
hilos
de absurda añoranza
tejen
con burdo descaro
telas
de perdidos tiempos,
paños
de tiempos amargos.
Con
dubitativo andar
y,
a veces, a grandes pasos,
transito
borrosas sendas
recorridas
en antaño,
siguiendo
difusas pistas
matizadas
con engaños,
con
algunos que otros flecos
por
la memoria, inventados.
La
realidad castrada,
en
solar desdibujado,
retorna
al flaco presente
como
efímero legajo.
Irreconocible
a veces,
a
veces, exagerado
y,
casi siempre, descrito
con
lápiz de duros trazos.
Cada
vez que miro atrás
y
busco algo en el pasado,
me
tropiezo, sin querer,
con
tapias y muros altos,
levantados
con olvidos
y
con cristales opacos,
que
me impiden su rescate
y
el poder recuperarlo
de
entre los lodos y cienos
de
un subconsciente cansado,
entretenido
en jugar
con
lo real y lo falso.
En
ignotos recovecos
de
los cerebros humanos
se
esconden con complacencia
sordos
recuerdos mundanos.
No
sabemos, cómo y dónde,
ni
los por qué, ni los cuándo
de
este ocultismo tan ciego,
de
estos sórdidos arcanos.
Sólo
sabemos dos cosas,
sin
temor a equivocarnos,
que
fueron trozos de vida,
infieles
aldabonazos,
y
que resulta difícil,
en
el tiempo, rescatarlos.
Y
así duermen los recuerdos
en
paraísos cercanos,
burlándose
de los hombres,
torpes
y desmemoriados,
empeñados
en tenerlos,
incapaces
de encontrarlos,
cuando
juegan aburridos
a
querer resucitarlos.
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