miércoles, 11 de abril de 2012

Versos quejosos

S.O.S.

Las palabras duermen sordas
en tálamos del olvido
cuando los dejados hombres
multiplican sus descuidos
en el coloquial hablar
y al componer un escrito.

Las complacientes palabras,
hijas de humanos caprichos,
padecen mutilaciones,
desgarros y mil castigos,
voceados con descaro
y con claro desatino
por unas legiones de hombres,
ignorantes y cretinos,
primates depredadores
de vocablos bien nacidos,
quemados en nuevas piras
de modas, de sin sentidos,
de mal gusto, de torpezas
y de locos “esnobismos”.

La nueva comunicación
merodea en nuevos limbos
de una crecida Babel
sumida en caduco dicho:
“Todo vale en el hablar
y en el escribir, lo mismo”,
aunque nos cueste entender
lo que nos diga el vecino.

La generación del móvil,
hijastra del consumismo,
maneja rico lenguaje
con usura y nuevos giros,
con desmadrada pobreza
y con chapucero estilo,
rompiendo vetusta norma
enraizada en viejos siglos.

Locutores y famosos
de una tele de bolsillo,
periodistas infiltrados
en un flaco periodismo,
maestros y educadores
en su quehacer, perdidos,
abuelos, padres y proles,
familias y colectivos,
todos padecen amnesia,
todos pecan de lo mismo,
todos parlan como quieren
en aras de su albedrío,
haciendo un flaco favor
al decir de los homínidos.

Y así, se nos va el lenguaje,
en este mundo de grillos;
se nos muere por la boca
como pobre pececillo,
pescado en las turbias redes
de un humano desatino,
y se nos quiebra en las manos
como frágil cristalillo
cuando vagamos ausentes
por las sendas de lo escrito.

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