viernes, 27 de abril de 2012

Versos al tiempo

         Hoy, sobrado de tiempo, publicamos un romance a él, dedicado.

         EL TIEMPO


El TIEMPO, amo de lo eterno,
dueño de un vivir escaso,
se entretiene día y noche,
sin rubor y con descaro,
en marcar hondas rodadas,
huellas de su firme paso,
sobre las frágiles pieles,
sobre los sentidos flacos,
sobre las mentes, las almas,
de los débiles humanos.

El TIEMPO, volátil ser,
a correr acostumbrado,
sin locas prisas, sin pausas,
silente nos va robando
retazos de breve vida
ya inscritos en el pasado,
vistiéndolos de recuerdos
en un limbo acomodado,
mientras, con sutil destreza,
nuestras vidas va esquilmando.

¡Quién pudiera detener
o tomar entre las manos,
un instante, un segundo,
un momento, sólo un rato
a este miserable TIEMPO,
mezquino, ladrón, avaro,
nacido para escribir
páginas en libro amargo!

El TIEMPO, falaz criatura,
andante de firmes pasos,
con sibilinas maneras
nos tiende tupidos lazos,
urdidas telas de araña,
ardides, para atraparnos.
Segundos, minutos, horas,
y particiones del año,
hacen que el astuto TIEMPO
nos convierta en sus esclavos.

El TIEMPO, costra inmutable
y procaz maratoniano,
prorratea sus esencias
entre los torpes humanos,
creándonos dependencia
de sus efímeros pasos,
envueltos en un presente
huidizo y desvergonzado,
en futuro inalcanzable
y en consumido pasado.

¡Quién tuviera libertad,
lejos de cuentos baratos,
para olvidar terco TIEMPO,
para anular su reinado,
para romper los grilletes
que nos tienen maniatados,
desorientados, perdidos,
subvertidos, subyugados!
El TIEMPO, humo pasajero,
ente muy desmemoriado,
esconde con hedonismo
oropeles y fracasos,
grandezas y nimiedades,
éxitos, galas y harapos.
Convirtiendo humana vida
en destellos, en relámpagos,
en fallidas luminarias,
en infinitos amagos.

El TIEMPO, cruel invención,
por el hombre, incontrolado,
domina con su poder
los haceres cotidianos
de poderosos y débiles,
de reyes y soberanos,
de ricos, dueños de todo,
de humildes asalariados.
Todos ellos bien inscritos
en su nómina de engaños.

¡Quién tuviera la ocasión
de esquivar TIEMPO marcado,
de romper gruesas cadenas,
de dejar de ser esclavos
de este imparable tic tac
que nos tiene domeñado,
y así poder componer,
         sones nuevos, canto humano!


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