martes, 24 de abril de 2012

LAS ESTACIONES DEL HOMBRE (Continuación)


       EPÍLOGO



         Culminada la tarea,
en retahíla de versos,
definitoria de vida,
descubrí en mis adentros:
mil cicatrices y heridas,
de albos felices momentos,
ilusiones compartidas
en millonarios encuentros
las terribles soledades
y los muchos desencuentros,
las alegres compañías,
los estertores del miedo,
las honrosas valentías.
Y entre tanto devaneo,
de cien idas y venidas,
un sagrado pensamiento
grabose con firme tinta
en mi corazón ya viejo,
con sangre y fina ceniza,
con sinsabores y enredos,
con ganadas alegrías
repartidas en el tiempo:
Que en la vida no hay misterios,
ni buenos, ni malos vientos,
ni sombras desconocidas,
ni sombras de sentimientos,
sólo hay luces enredadas
en la vida, que es un sueño,
en primaveras, veranos,
en otoños y en inviernos".


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