miércoles, 18 de abril de 2012

LAS ESTACIONES DEL HOMBRE (Continuación)

EL VERANO DEL HOMBRE

Verano de verbo joven,
de descarada belleza,
de constantes rebeldías,
de fantásticas promesas.
Recogido en bellas páginas
de un libro de breves cuentas,
escrito con torpes prisas
de una juventud incierta.

Verano, tiempo preñado
de mil sueños de grandeza,
de primeros amoríos,
de sensaciones eternas.
Grabados en ricos árboles,
enraizados con nobleza,
enramados, sin quererlo,
de innecesarias flaquezas.

Verano, sarna con gusto,
de imposibles odiseas,
de quehaceres absurdos,
de incomprendidas rarezas.
reunidos en tibios álbumes
de divertidas escenas,
enjauladas en el orden
de las torpezas ajenas.

Verano de bellos cantos,
de inevitables endechas,
de las amplias avenidas,
de las afiladas sendas.
Abonados a los riesgos,
a favor de recias piernas,
corredoras incansables
en pos de reñidas metas.

Veranos de cuerpos nuevos,
émulos de historias viejas,
de corazones perdidos,
buscando su buena estrella,
que guíe pasos y sueños
por difíciles veredas,
anegadas de injusticias
y de conciencias estrechas.

(Continuará)

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