jueves, 2 de febrero de 2012

(Continuación)

Aquella prima respuesta,
me produjo desconcierto,
mi Memoria manejaba
bien rotundos argumentos,
mas, no quise detenerme,
y continué con el reto,
lanzándole nueva pregunta,
guardé de nuevo silencio.

- “Acertados me parecen
tu respuesta, tu consejo.
¿Mas, cómo poder rescatar,
de las noches de mi tiempo,
mis recuerdos infantiles,
mis primerizos recuerdos,
negado, en el escribir,
y bien corto de talento?”

Mi Memoria respondió
como un espigado viento,
espetándome palabras
que bien venían a cuento.

- “Aquello que te dije antes,
de diarios y cuadernos,
bien sirven para los padres,
para abuelos, bisabuelos
y también, para cualquiera
de nuestro viejos ancestros.
No me vengas tú, ahora,
al colgarme a mí el mochuelo,
de no poder recordar
tus infantiles recuerdos.
Culpa de ello a tus mayores,
si sus deberes no hicieron.”

Las preguntas y respuestas
atestaron este juego,
yo, hurgando en mis olvido,
para hallar viejos recuerdos,
mi Memoria, algo burlona,
riendo y dando consejos,
culpando a mis mayores
y al autor de estos versos,
del no poder revivir
las vivencias de otros tiempos.

El diálogo fue finito,
al despertar de mi sueño,
y una rabia contenida,
se enconó en mis adentros,
y una inservible pregunta,
inició su pobre vuelo,
buscando clara respuesta,
en los confines del cielo,
donde se ocultan y mueren
los olvidados recuerdos.

¿Por que tú, Memoria mía,
me ocultas tantos recuerdos,
por qué esconde mi pasado,
si nada ganas con ello?

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