domingo, 18 de diciembre de 2011

ROMANCERO DE LOS RECUERDOS

(Continuación)

La mente llora y suspira,
derrama dos grandes lágrimas,
para evitar la llorera,
cierra su frágil ventana
y busca una nueva imagen,
que le devuelva la calma.
Una nueva ha aparecido,
en la vidriosa pantalla,
un joven de pocos años
anda por la vieja playa,
le acompaña una doncella,
juguetona, vivaracha,
van cogidos de la mano,
un primario amor, delatan,
el decoro y la pureza,
se proyectan en sus caras.
En un instante de gloria,
la niña de aquella estampa,
planta en la boca del joven,
un beso de fina plata,
primo beso de una historia
que terminó siendo nada,
huella que murió al nacer,
sobre la arena mojada.
La mente cierra los ojos,
la curiosidad la mata,
¿Dónde estarán los labios
del beso de fina plata?

La mente sigue pasando
imágenes desdibujadas,
hasta detenerse en una,
clara, como el agua clara,
de blancores encendidos,
de anillos, síes y arras,
de sueños apasionados,
canto de amor y esperanza.
La mente no se reconoce
en aquella vieja estampa,
de envidiada juventud,
exuberante y lozana.
¡Cómo los tiempos transforman
nuestros cuerpos, nuestras almas!

Y vuelve la algarabía,
la confusión se desata,
las imágenes se mezclan,
pugnando por ser miradas,
y la mente, entristecida,
vuelve a cerrar sus ventanas,
se niega a pensar en ellas,
piensa que no le hacen falta,
que los recuerdos no sirven
para ganar la batalla,
para salir victorioso,
en su lucha con la parca
que, desde hace unos días,
la tiene muy acobardada,
huyendo de los espejos,
gritando en la madrugada
¿Dónde mis recuerdos van,
cuando de aquí, yo me vaya?
¿Dónde estos versos irán
a buscar nuevas mañanas?
¿Dónde este pobre romance
encontrará grata cama,
tálamo de eternidad,
locura de mente humana?

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