miércoles, 16 de noviembre de 2011

Versos comprometidos

ROMANCERO COMPROMETIDO

II. SALARIO

Salario, bendito trueque,
para el justo asalariado,
que ahora puede cambiar
la fuerza de su trabajo,
por un puñado de euros,
gran tesoro, en tiempos malos.

Maldición de mala hora,
para los desempleados,
para el recién despedido,
para el que perdió su tajo,
para el joven que padece
el síndrome de parado,
mucho antes de encontrar
la hora de un primer trabajo,
y para el que vive y muere
en la Oficina del Paro,
guardando paciente cola,
hacer de sabor amargo,

Salario, bendito pan,
del humano afortunado,
que hoy, aún puede contar,
la suerte de tener trabajo,
aunque las sombras y miedos,
merodeen por su lado.

Maldición de mala hora,
para los desempleados,
para el buen trabajador,
para el patrón que ha quebrado,
para el padre de familia
que ha perdido su trabajo,
para el que quiere y no encuentra,
para el que busca a destajo,
para el que llora de noche,
su desastre, su fracaso,
para el que no tiene nada,
solo ingratos desengaños.

Salario, sacro maná,
de los hombres colocados,
de aquellos, que todavía,
laborean en sus tajos,
aunque sus puestos cabalguen
sobre rocines delgados.

Maldición de mala hora,
para los desempleados,
para el mayor despedido
antes de ser jubilado,
para el que dejó su piel
y, a la postre, fue engañado,
para el honrado currante
que, hace un rato, han cesado,
por culpa de los malos tiempos,
que otros gallos inventaron,
para salvar sus pellejos
y sus talegos sagrados.

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