miércoles, 30 de noviembre de 2011

Se acabaron, de momento, los "¿POR QUÉ...?"

¿Por qué se teme a la muerte
siendo algo tan natural?
Pues en llegando a la vida
nadie la puede esquivar,
ni siquiera el poderoso
se libra de tal final.

¿Por qué la miseria humana
se airea con facilidad,
destapando desvergüenzas
propias de sucio fangal,
por parte de los que buscan
fortuna y notoriedad,
aunque para ello perdiesen
su mínima dignidad?
El lodo bien cocinado
por las audiencias de un dial,
por muchas televisiones
o por la prensa especial,
que se dice del corazón
y es un puro barrizal,
por bastante que se empeñen
y la quieran disfrazar
los que viviendo a su costa
obtienen un dineral.

¿Por qué nos preocupa tanto
el tema del más allá,
sin que nadie regresara
del aparente lugar?
¿Por qué forjar esperanzas
en torno a la eternidad,
separando al débil cuerpo
de su ánima inmortal?
¿Por qué contemplando el cielo,
perdido en su inmensidad,
es fácil pensar en Dios
como su autor material?
Surgiendo entonces mil dudas
sobre Ser tan singular.
¿Por qué si es omnipotente
no termina con el mal?
Qué contraste más enorme
con el orden universal.
¿Por qué miles de criaturas
nacieron para gozar,
en tanto que otros humanos
aquí están para penar?
Qué extraña es la justicia
en el paraíso terrenal.
¿Por qué siempre son los mismos
los que poseen la verdad?
¿Por qué se callan conciencias
con la falsa caridad?
¿Por qué se utiliza el cielo
para al pobre conformar?
¿Por qué el fuego del infierno
sólo busca el asustar?
¿Por qué Dios se hace el sordo
ante la perversidad?
¿Por qué hechos a su imagen
en nosotros reina el mal?
¿Por qué encontramos silencios
al demandar su bondad?
¿Por qué tanta confusión
para mísero mortal,
que suele perder su rumbo
con grande facilidad?

¿Por qué? ¿Por qué?
Quizás por ser racional
y también por aquello otro
de gozar de libertad.

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