martes, 29 de noviembre de 2011

¿POR QUÉ...?

¿Por qué todas las Iglesias
dejan tanto que desear?
Qué terribles las cruzadas,
qué guerras de santidad,
cuántas las Inquisiciones
para al hereje quemar,
cuánto poder congregado
bajo aparente humildad,
qué de tesoros juntados
para solo expositar,
cuánta hambruna en el mundo,
qué falsa la caridad
que necesita aldabón
para el óbito soltar,
cuán enormes las mezquitas
destinadas al gran Alá,
qué bellas las sinagogas
para Mesías esperar,
qué decir de la grandeza
de cualquiera catedral
o de palacios de Oriente,
como el del Taj-Majal,
mientras millones de niños
hoy dejan de respirar,
miles de desheredados
reclaman un digno hogar
y triste voces reclaman
mejor reparto del pan.
Y el hombre se hace el sordo
ante esta locura tal,
pues él tiene ya bastante
con su arduo peregrinar,
mirando para otro lado
para conciencia callar,
que él es muy escasa cosa
para ello solucionar.

¿Por qué es de más atracción
el “parné” que la moral?
Es porque con el dinero
todo se puede comprar;
en tanto que haciendo el bien
te pueden crucificar,
como le pasó a Jesús,
el de Belén de Judá.
Se devuelve con él la honra
que estaba perdida ya,
se compra con él al juez
que preside tribunal,
se abren con él muchas puertas
de cárcel y de hospital,
se sube con él de rango,
aún siendo lerdo y patán,
goza con él de buen nombre
hasta incluso el criminal,
compran con él voluntades
y enseñan el resignar,
convirtiendo la mentira
en rutilante verdad,
sofocan con él los nervios
del intranquilo y mordaz,
apagándole sus voces
con su abundante metal,
convertido en caballero,
poderoso y principal,
como dijera Quevedo
en escrito magistral.

(Aún quedan...)

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