miércoles, 29 de junio de 2011

Versos íntimos



La lejanía, castigo no merecido, inventa desvarìo de abuelo en forma de breve poema dedicado a mi añorado nieto Diego.

Con estigma de “segundo”
y aromas de grato silencio,
te asomaste a este mundo,
con carita de ángel bueno,
belleza, de recién nacido,
sonrosado, hermoso y tierno.

Te inventaste nuevo rostro,
para acallar nuestros sueños,
para que nadie acertara,
tu carita de lucero,
de lucerito encendido,
de pedacito de cielo.

A Alejandra, tu hermanita,
sin querer, sin pretenderlo,
le robaste unos cachitos
de su espacio, de su reino,
despertando, en su horitas,
gotitas de francos celos
que, en el juego de los días,
irán desapareciendo,
como los humos, las nieblas,
con los efluvios fraternos.

Tus padrazos, Diego y Silvia,
de tus venturas, sus dueños,
escogieron para ti,
en el santoral del cielo,
un nombre de gran raigambre,
querido, breve y señero,
otorgándote el honor,
de ser gotita de Diego,
con tiempo más que sobrado,
para hollar senderos nuevos,
y llevar preciado nombre,
con compostura y respeto,
ineludible homenaje
a padre, tío y abuelo.

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