viernes, 3 de junio de 2011

Versos infantiles

A MI SOMBRA

A la horita de nacer,
a mi lado, te pusieron,
pegadita como lapa,
bien cosidita a mi cuerpo.

Tú, siempre me acompañaste,
en mis risas, en mis duelos,
el día de mi bautismo,
el día de mi casamiento,
en las veneradas horas
en que me hicieron abuelo,
siempre vestida de luto,
siempre con vestido negro.

Nunca te he visto comer,
ni sé de tus alimentos,
creces y engordas conmigo,
como un hermano gemelo.
De la luz te enamoraste,
lo descubrí de pequeño,
te creces cuando la vez,
mutas, al verla, tu cuerpo,
agigantando tus formas,
como molino de viento,
volviéndote ser minúsculo,
en el luminoso juego.

Nunca, de mí, te separas,
siempre, a la par, nos movemos,
si yo corro, tú me sigues,
si me paro o me detengo,
te detienes al instante,
cesando en tu movimiento.

Los hombres que te conocen,
hablan de tus sentimientos,
unos dicen que eres buena,
otros, algo descontentos,
dicen que guardas maldades
en tus oscuros adentros.
La buena o la mala eres,
según el cristal del espejo,
en el que se mire el hombre,
fiel amigo y compañero.

En la negra oscuridad,
creada para dar miedo,
te vuelves dama invisible,
te confundes con el negro.

El día que no te tenga,
triste final de este cuento,
seré polvo de ceniza,
seré nada, puro hueco,
y tú tendrás que buscarte
un nuevo entretenimiento,
para volver a ser SOMBRA,
la gran Dama del misterio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario