martes, 31 de mayo de 2011

Versos de la Ballena

RECORDANDO AYERES

Ayer, en tu orilla, inmóvil,
estatua de sal marina,
congelé vivo presente
para robarle a la vida
viejos ayeres de infancia
perdidos en las esquinas
de una marchita memoria,
cansada, confusa, herida.
Entorné cargados ojos,
deterioradas cortinas,
bajé mis plúmbeos párpados,
ajeno a cualquiera prisa,
y miré interioridades
a través de las rendijas
que, en los muros del pasado,
abrieron vividos días,
antes de abrir portalones
de una memoria marchita.
Sentí salinos aromas,
imagen descolorida,
arenales de otras playas,
arenales de otra orilla,
hijos de la misma mar,
madre de oleaje y brisa.
Añoranzas y regustos,
cual soterradas caricias,
hermanados y silentes,
rompieron cronología,
secos de realidad,
hechos de idas y venidas,
entrelazaron sucesos,
inventando fantasía.
Un desconocido infante,
imagen descolorida,
con pátina amarillenta
de añeja fotografía,
se asomó envalentonado
en aquella alba mentira,
alienando mis sentidos,
abriendo viejas heridas,
invitándome a beber
recuerdos de joven vida,
espiritosos licores,
engañosas melodías,
pan de pobres soñadores,
náufragos a la deriva.
La verdad de unos chiquillos,
expertos en alegrías,
rondaron mis entelequias,
iluminando mis días,
acrecentando mis gozos,
embeleso, ingrata huida,
y unas gotitas de mar,
salpicadas y furtivas,
donantes de lo real,
me tornaron a la vida,
quebrando deseo y sueño,
felicidad bien finita.

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