UN BABERO
Un babero me compré
en la orillita del cielo,
en una tienda de moda
y de exclusivos baberos,
con estrellitas, pintadas,
y relucientes luceros,
para limpiarme las babas,
babitas de loco abuelo
que, sin querer, se me escapan,
cuando contemplo a mis nietos,
que escapan, a mi pesar,
como se escapa mi tiempo.
miércoles, 16 de febrero de 2011
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