A LOS HUMOS
Los humos hay que bajar,
de las gentes engreídas,
de los pobres endiosados,
del bufón de la cuadrilla,
del vanidoso y soberbio,
del listo de pacotilla,
que se suben a las barbas,
en cuanto alguien se descuida,
por demostrar lo que son,
por ganarles la partida,
por quedar, a todas horas,
de todos, muy por encima,
de lo humano y lo sagrado,
incluso, de las porquerías,
del saber y de las ciencias
y de las artes divinas.
Los humos hay que bajar,
al fraile que no va a misa,
al soldadito valiente
que bromea con su vida,
al pobre politiquillo,
convertido en pesadilla,
a los que mandan y ordenan
desde una lujosa silla,
a los que a tontas y a ciegas,
administran la justicia,
a aquel que todo lo sabe
y duda al doblar la esquina,
a los que, al llegar al tajo,
se apuntan a sindicalistas,
para pegar menos golpes,
que un tirachinas de guita,
y a todo aquel que se crea
amo y señor de la vida,
y desprecie a su vecino,
desde obsoleta tarima,
comprada en tienda de lujo,
o en herencia, recibida.
Los humos hay que bajar,
a todas las camarillas.
Hablemos de teatro: Vudú (3318) Blixen
Hace 3 semanas
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