martes, 28 de diciembre de 2010

Versos libres para el inocente hombre

MEDIOCRIDAD

Tú, mediocridad,
maná de la engreída modernidad,
irreconciliable enemiga del bien hacer,
endiosada por la ignorancia y el mal gusto,
te has instalado, jocosa,
en los rededores de nuestra existencia,
engallada, presuntuosa, farolera,
conquistando, con sibilinas artes,
pobres espíritus, débiles mentes,
asustando y divirtiendo al plural mundo
con tu verborrea infecunda,
con tus indigentes e infortunadas salidas
al aire cotidiano que, fatigado de crasos aburrimientos, respiramos,
infectándonos con el virus de la apatía,
enfermándonos
con las congregaciones microbianas del tedio
y, como macabro colofón,
afiliándonos, inconscientes,
a la vulgaridad y a la ordinariez.

Tú, mediocridad,
hija póstuma de nuestras entrañas,
parida en incruentos fáciles partos,
serás venerada culpable
en la expiración del viejo hombre,
caduco e inservible ejemplar de todo y de nada.
Y cuando te hayas marchado a la inexistencia,
un hombre nuevo,
de recién estrenada crisálida,
buscará, en lo eterno, un gran cero
para iniciar su andadura
hacia un más allá por hacer y descubrir.
Y cuando ello ocurra,
nos veremos obligados a celebrar y agradecer
la existencia de una pasada y olvidada mediocridad.

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