lunes, 6 de diciembre de 2010

Romancero íntimo

2. ROMANCE DE UNA MAR Y DOS VELEROS (Continuación)

Un fuerte golpe de mar,
provoca un grave suceso,
el velero de la joven
sufre grandes desperfectos,
sus velas de albo azahar,
arrancadas por el viento,
se abaten como gaviotas
entre la mar y los cielos.
La joven duda, qué hacer,
en aquel sombrío infierno,
intenta coger las velas,
¡Maldito fue aquel intento!
Una malévola ráfaga,
de propósitos perversos,
la arroja sobre la mar,
sin ningún remordimiento.
La joven, sobre las aguas
o sumergida en su seno,
lucha con intrepidez,
con coraje y gran denuedo,
pero, el mar enfurecido
es como un injusto cepo
que siempre atrapa en sus redes,
las verdades y los sueños,
los inventados romances,
sus palabras y sus versos.

En otro lado del mar,
un experto marinero,
versado en el navegar,
querella contra los vientos,
sabe tensar y aflojar,
las velas de su velero,
aquel de las velas ocres,
color de tierra de albero.

Desde su querida barca,
el curtido marinero,
ha visto, preocupado,
tenso y bastante inquieto,
el desplome sobre el mar
de un desconocido cuerpo,
que lucha contra las olas,
contra la mar y sus vientos.
Olvida, el pobre marino,
su pez, su ansiado sustento,
los riesgos y los peligros,
turbaciones y deseos.
Ata a su cuerpo una cuerda
y se lanza a mar abierto,
avanza como un delfín,
en busca del compañero,
que lucha contra las aguas
y con sus crecidos miedos.

El mar contempla la escena,
no quiso llegar tan lejos,
se traga la ventolera,
manda apaciguar los vientos,
y una nueva calma chicha,
madre de gratos silencio,
se extiende sobre su piel,
cubriéndola por completo.

Mientras, el joven marino,
con denodados esfuerzos,
al fin, consigue salvar,
de las aguas, de sus miedos,
a la joven que la mar,
jugando un oscuro juego,
casi ahoga en sus entrañas,
en este romance viejo.

A la vuelta de la calma,
cuando el joven marinero,
miró a la bella mujer,
beldad sacada de un cuento,
unos cosquilleos gratos,
corrieron por sus adentros
y…,
lo que ocurrió después,
en el orillar del tiempo,
es tema para narrar
en otro romance viejo,
si encontramos un juglar,
un novedoso argumento,
unos pocos de lectores,
otro mar y otros veleros,
uno, con velamen blanco
y otro, de color albero.

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