sábado, 30 de octubre de 2010

Versos otoñales

LOS PREGONEROS DEL TIEMPO

Pregoneros de alta alcurnia,
pregoneras de altos vuelos,
anuncian, mañana y tarde,
las veleidades del tiempo,
su voluble caminar
sobre este planeta nuestro.

Proliferan como ratas,
estos juglares modernos,
ocupados en contar,
con poco o mucho salero,
borrascas, anticiclones,
direcciones de los vientos,
las aguas que nos regalan
las nubecitas del cielo,
los fríos y los calores;
intimidades del tiempo
que, por culpa de esta gente,
hoy, ya no tiene secretos.

Y se atreven, además,
estos sabios pregoneros,
a predecir el futuro,
a desvelar los misterios
que, el tiempo, feliz guardaba
para días venideros.

A aquel Mariano Medina,
en estas artes, pionero,
legiones de seguidores,
discípulos, compañeros,
le han salido, como espigas
de unos trigales selectos,
para emular sus hazañas,
para cantar en los medios,
con fotos y grandes mapas,
las isobaras del tiempo,
para contarnos, felices,
la ropa que nos ponemos,
las bufandas, los paraguas,
para los crudos inviernos;
las cremitas protectoras,
algunos caros ungüentos,
cuando aprieta la calor,
cuando tostamos los cuerpos,
cuando locos nos tumbamos
al sol, que llaman Lorenzo.

Como en otras muchas cosas,
por culpita del progreso,
se han perdidos los arcanos,
las sorpresas, los misterios.
Y, a este modesto vate,
no le agradan estos cuentos,
de adivinos, de ilustrados,
de enjauladores del tiempo,
que no hay cosa más bonita
que notar en nuestros cuerpos,
el calor de los veranos
y los fríos del invierno,
la templaza del otoño,
los primaverales sueños,
sin que nadie nos anuncie,
con bombo y platillos nuevos,
el tiempo que nos espera
a los hombres y a los pueblos.

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