domingo, 3 de octubre de 2010

Romancero de la Ballena

LA MAR

La mar, inmensa salina,
no cesa en su movimiento,
se rompe en cualquier orilla,
muere y renace al momento,
se pierde en el horizonte,
buscando abrazo del cielo
y, en su gigantesco vientre,
en sus simas de silencio,
oculta ignotas criaturas,
guarda sombras y misterios.
Soporta con estoicismo,
barbaries de todo género,
del humano antojadizo,
que se cree ser su dueño
y sólo, en horas puntuales,
destapa su lado fiero,
para recordarle al hombre,
engreído reyezuelo,
que la mar es cosa grande,
señora a tomar en serio,
que con ella no se juega,
o su ira padeceremos.

La mar, entrañable amiga,
es musa de bellos versos,
es venturosa planicie,
arca de salinos miedos,
es don, para los sentidos
y, para el alma, consuelo,
canción, infinito presente,
para el poeta, señuelo,
para la vida, frescores
y, para la muerte, sueño.

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