¡MELILLA, LA QUE TANTO QUIERO!
Tus lamentos son los míos,
aunque la mar nos separe,
que las distancias se acortan,
entre amados orillares,
mi dolor es cosa mía,
mi dolor es trashumante,
y tú, me dueles, Melilla,
con dolor de pena grande,
cuando el desprecio te viste
con telas de hilos cobardes,
urdidas en las urdimbres
de los más hoscos telares.
A aquel que nunca te quiso,
no le pidas que te ame,
a aquel que no te conoce,
déjalo que hable en balde,
que suenan sólo a baldeos,
sus palabras de desaires,
escucha tú, al pródigo hijo,
aunque muy lejano, se halle,
que sus razones, bendicen,
tu tierra, tu mar , tus aires,
tu existencia milenaria,
tus cicatrices de madre.
Hablemos de teatro: Vudú (3318) Blixen
Hace 4 semanas
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