jueves, 16 de septiembre de 2010

Romancero de los Alcores

CARTA QUINTA Y ÚLTIMA

DE UN MODESTO POETA A SANTA MARÍA DEL ALCOR

“El Viso, loco se ha vuelto,
locas llegan las mañanas,

una locura, bien loca,
recorre calles y plazas,
se cuela por los zaguanes,
penetra en todas las casas,
El Viso es un manicomio,
¡Bendita locura santa!

El pueblo, loco de atar,
sueña en fecha muy cercana,
por verte, loco de amor,
a ti, Virgen, coronada.
Locos caminan los aires,
la Luna, en las madrugadas,
miles de alocados rayos,
el Sol, con celo, prepara,
para encender los Alcores,
para iluminar las almas,
para anegar de locura
viejas y nuevas Barriadas.
El Viso es un manicomio,
¡Bendita locura santa!

El Viso loco se ha vuelto,
locas tañen sus campanas,
las calles, senderos santos,
como locas se engalanan,
los visueños han tirado
sus casas por las ventanas,
por verte, locos de amor,
a ti, Madre, coronada.

Y yo, modesto poeta,
amante de la palabra,
en mi loco desvarío,
os escribo breve carta,
sumándome a la locura
que en mi rededor cabalga.

“Harto difícil resulta,
encontrar justa palabras,
cuando el hombre se dirige
a la más egregia Dama,
Señora de los Alcores,
Virgen y Madre adorada.
Mas, los vientos del amor,
abren cerradas ventanas,
y los aires de la Vega
inventan nuevas mañanas,
donde los oscuros miedos,
galanes de horas ingratas,
se marchan despavoridos,
dando paso a la esperanza
y a la fugaz osadía,
puertas de la dicha humana.

Alcora, Reina del Cielo,
Madre nuestra, Inmaculada,
aunque falta no te hiciera,
leed despacio mi carta,
descubrid, poquito a poco,
las flaquezas de mi alma
y, sí por bien lo tuvierais,
ayudadme a superarlas,
y como don inmerecido,
colmadme de vuestra gracia,
para así, saborear,
con apetecida calma,
los aromas, los efluvios
que de tu corazón, manan.

Sé, que una y miles de veces,
fuisteis, Madre, coronada,
pero nunca en los Alcores,
tierra de verdad mariana,
recibisteis el honor
de ser su mayor Luminaria,
el más hermoso Lucero,
la Mujer mas venerada
y, por si ello poco fuera,
ahora, Reina Coronada,
de este bendito Alcor,
para ti, eterna morada.

Antes de finalizar
ésta, mi sincera carta,
quisiera, en mi alba locura,
pan de condición humana,
dedicarte, Alcora mía,
una sencilla plegaria,
invocación retejida
con retazos de vieja alma,
posos de honda gratitud,
que en mis adentros, reclaman
amor, justicia, verdad,
bondad y firme esperanza:

“Alcora, Reina del Cielo,
Madre y Virgen Coronada,
socorred, sin dilación,
al olvidado que clama,
al manso desheredado,
a los borrados del mapa,
a los pobres marginados,
a la infancia maltratada
e interceded por nosotros,
pobres almas, descarriadas,
ante el Hijo que acunáis
entre vuestras manos santas”.

Vayan mis felicitaciones,
vuelos de palomas blancas,
pétalos de blancos nardos,
rezos de diáfanas almas,
suspiros de alba romera,
risas de alegres mañanas,
brisas de sueños romeros,
cantos de amor y esperanza,
vayan para ti, mi Reina,
dulce Alcora Coronada,
la osadía de mis versos,
la audacia de mis palabras,
mis secretos sentimientos
y mis más sinceras lágrimas,
gotas de hermoso rocío,
por ti, Virgen, derramadas,
para regar los silencios
que en mi corazón, guardaba”.


El Viso del Alcor
10 de Septiembre de 2005.
(Lugar, día, mes y año de la Coronación de Santa María del Alcor)

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