lunes, 13 de septiembre de 2010

Romancero de los Alcores

CARTA SEGUNDA

DE JESÚS NIÑO A LOS ARTESANOS QUE REALIZARÁN LA CORONA PARA SU SANTA MADRE

Jesús, celestial Criatura,
Rey de la Tierra y del Cielo,
Hijo de Santa María,
Niño alegre, Infante tierno,
acunado en el regazo
del más ínclito Lucero,
recibe la buena nueva
que, un esperanzado viento,
eco de sentir lejano,
prestigioso mensajero,
con silbos de inmediatez,
va gozoso repartiendo,
buena nueva, de hora santa,
de sueño de todo un pueblo,
de Coronación Canónica,
de hondo reconocimiento
a una Mujer, Madre y Virgen,
Alcora de los visueños.

El Niño de Santa María,
cromo de niño alcoreño,
carita de querubín,
ojitos bellos, despiertos,
ha tomado un viejo lápiz
y un papel, no menos viejo,
que, en sus sagradas manitas,
objetos bellos, se han vuelto.
Quiere escribir breve carta,
sin andarse con rodeos,
a los orfebres humanos,
llena de buenos consejos,
para que forjen corona
capaz de quitar el sueño,
de despertar en los hombres
los mejores sentimientos,
hacia su querida Madre,
Patrona de los visueños.

“Orfebres de manos hábiles,
orífices de santas manos,
ingeniad mil filigranas,
cuerpo de sueño dorado,
para una hermosa corona,
para una Virgen de nardo,
Señora de los Alcores,
Madre de egregios encantos.

Orfebres de manos hábiles,
orífices de santas manos,
fundid espigas doradas
en las fraguas de un buen santo,
para que el oro fundido
gane en destellos dorados,
labrad la nueva corona,
con ternura y bien despacio,
con mimo, con devoción,
con arte de enamorado,
poniéndole corazón,
dejando volar las manos,
en vuelos de fantasía,
al son de unos bellos cantos.

Orfebres de manos hábiles,
orífices de santas manos,
buscad honda inspiración
entre lo sacro y lo humano,
para hacer realidad,
trozo de arte, imaginado,
y de la nada, traerlo
a la verdad de un espacio,
para que los ojos vean
y que lo toquen, las manos.
Ojos y manos testigos
de vuestro honroso trabajo,
para una Madre que quiero,
con un amor sobrehumano.

Orfebres de manos hábiles,
orífices de santas manos,
no dediquéis mucho tiempo,
no gastéis vuestro trabajo,
en hacerme una corona
lujosa, de gran boato,
que no son cosas de niños,
ni soy el homenajeado.
Dedicad vuestro saber
y el arte de vuestras manos,
a la de mi amada Madre,
que sabrá recompensaros.
Y nunca olvidéis la historia,
de Aquel que fue coronado
con vil corona de espinas,
por muchos de sus hermanos.

Y en éxtasis merecido,
sí hacéis bien vuestro trabajo,
la Reina de los Alcores,
no tendrá ningún reparo
en guardaros, para siempre,
un lugar privilegiado,
allá, donde son eternos,
el arte y los artesanos.

Os deseo mucho éxito,
en vuestro noble trabajo,
y cuando llegue Septiembre,
mes con ansias, esperado,
en los ojos de mis gentes,
sabré sí habéis acertado.

Saludos de mi Santa Madre y
del Niño que está en sus brazos,
Recibid mil bendiciones,
gracias por vuestros regalos.

(12.1.2005)

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