martes, 28 de septiembre de 2010

Reflexión marginal decimocuarta

EN TORNO A LA DESCAFEINADA HUELGA GENERAL DEL PRÓXIMO 29, O COMO GRITAR CON LA BOCA PEQUEÑA, O COMO “CANTÓ LA GALLINA”, O COMO LIAR EL LIADO LÍO DE LA CRISIS.

Hace algún tiempo que no publicamos, en éste, nuestro modesto blog, nuestras particulares reflexiones marginales. Ello, no es debido a que nos hayamos olvidado de reflexionar sobre los cercanos asuntos que nos duelen y nos hacen reos, a veces, de una supina incomprensión de los mismos. Ganas, motivos y temas han sobrado, en esta ausencia, para despacharse con holgura en estas marginalidades, en estos tiempos de desencanto, desorientación y desesperanza para nosotros y para muchos hermanos, amigos o desconocidos.

Unos señores, a su creer, poderosos mandamases de los sufridos, pacíficos y pacientes trabajadores, ante la penosa situación de precrisis (negada durante tiempo), crisis (con todos sus avíos) y postcrisis (de duración lejana y desconocida), convocan una HUELGA GENERAL para mañana, 29. Hasta aquí, aparentemente, todo dentro de la normalidad y de la legalidad. Pero, unos segundos después de la convocatoria, empieza el baile de lo rocambolesco, la danza de las contradicciones, las cabriolas de los chaqueteros, los chotis y pasodobles de los comprados, y aparecen, cosa lógica, en las mentes de los descarriados, de los súbditos, de los llamados “de a pie”, del populacho, de muchos de nosotros, los primeros síntomas de “no entender nada”.

Uno de los grandes “manitú” del sindicalismo (hay dos) manifiesta, sonrientes y sin pudor, que la huelga convocada es una auténtica putada (el mismo que, para alegrar a los muchos parados de nuestro país, realiza, en sus ratos libres, un magnífico crucero por el mar Báltico) y el otro (asiduo visitante de restaurantes de 5 tenedores), al tiempo, manda hacer unos vídeos chabacanos, con unos personajes impresentables, para instruirnos y darnos a conocer a los verdaderos causantes de la crisis y, de paso, nos señalan “contra quien van dirigidos sus palos”, olvidándose del gobierno de este país, lógica aplastante, ya que es el que los mantiene a todo plan en sus costosas poltronas.

Ante tanto cachondeo, ante tanto dije, digo y diego, ante tanta mutación, ante tanta desfachatez, los comparsas de esta farsa (nosotros), estamos algo (bastante) cabreados, liados, confundidos y desorientado.

Nos atrevemos, como puro ejercicio reflexivo, a realizar un catálogo del personal y de su hacer el día 29.

En primer lugar, los que irán a la huelga:
- para defender su “mamela” (Jefes, jefecillos, sindicalistas rasos y parientes muy afines, casi todos ellos, liberados)
- porque les gusta el “cachondeo”, el burraqueo, el alboroto, el pescar en río revuelto.
- por estar padeciendo un vergonzante paro y necesitar moverse para no quedarse eternamente anquilosados e inmóviles.
- por convencimiento de que la huelga es necesaria y justa (Una minoría).

En segundo lugar, los que no irán:
- por estar en total desacuerdo con los sindicatos y con el gobierno.
- por no perder, ante la dura crisis, parte de su pírrico sueldo.
- porque, tristes borregos, el señor ZP y su adlátere así se lo mandan.
- porque viven, desgraciadamente, en otro mundo, ajenos e ignorantes, faltos de todo, hermanos de la más brutal indigencia.

En tercer lugar, los dubitativos:
- numeroso grupo de españoles, atados a sus dudas, que les gustaría ir, pero, si fueran, estarían alineándose con los sindicatos, con los que no están de acuerdo y, si no van, perderían la oportunidad de decirle al gobierno que no están de acuerdo con su política, ni con su nefasto o nulo hacer para salir de la crisis.
los indecisos de siempre que, hasta última hora, no saben nunca lo que van a hacer.

Y, por último, nosotros, ¿Qué Haremos? En nuestra situación de jubilados, negarnos a ser comparsa, borrego, masa, de unos y de otros, de sindicatos, del gobierno, de los partidos políticos, de los medios de comunicación, de enfrentadas banderías. Dedicaremos el día a disfrutar de él, con nuestras gentes, con nuestras cosas, sin olvidar, los deseos de que no ocurran incidentes graves y deseando que, de una puñetera vez, aparezcan, tras el negro horizonte, algunas lucecitas de esperanza, en estos duros, desalentadores y aciagos tiempos de crisis.

Y después de la HUELGA GENERAL, las preguntas del millón: ¿Cambiará algo? ¿Cambiarán algunos? ¿Cambiarán los pasos de esta agónica España?

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