martes, 6 de julio de 2010

En vísperas

SIETE DE JULIO, SAN FERMÍN

Desde la distancia, opino,
desde la barrera, veo,
la desatada locura
vivida por todo un pueblo.
Pueblo amante de la vida,
pueblo con sangre de pueblo,
pueblo que, todos los julios,
proclama a los cuatro vientos,
la no comprendida esencia
de su más grande festejo
y escribe mil nuevas páginas
de valor, locura y miedo.

En este siete de julio,
miércoles sanferminero,
de atrevimiento, vestido,
con estos versos, me atrevo,
queriendo yo descubrir,
con serios razonamientos,
con talante comprensivo,
con el debido respeto,
donde reside la magia
de sus famosos encierros.

La muerte, cada mañana,
después de oír leve trueno,
busca encontrar en la calle
vida de jóvenes cuerpos,
quebradas, en un instante,
por unos terribles cuernos,
astas hiniestas de toros,
espigas de puro acero,
que quieren morir matando
antes de llegar al ruedo.

San Fermín, cada mañana,
después de oír fuerte trueno,
se viste con viejas ropas
de médico o curandero,
sin olvidar los laureles
de santo muy milagrero.
Recorre vías y calles,
arterias de los encierros,
realizando cien quites
a mozos que van corriendo
y que, en un macabro instante,
instante de los lamentos,
ven muy cercana la muerte,
que los toros llevan dentro.

Una riada mañanera,
río de jóvenes cuerpos,
de aguerridos pamplonicas
y entusiastas forasteros,
venidos de todo el mundo
para correr los encierros,
le pide al Santo, fortuna,
con unos sencillos rezos.
Rezos que se multiplican,
después de oír breve trueno,
en las bocas, en las mentes,
en los más hondos adentros,
de esposas, madres, familia,
que viven terrible infierno.

Quisiera que algún navarro,
erudito en los encierros,
pudiera a mí, revelarme
la esencia de estos festejos
que, en algunos de nosotros,
despiertan, sin miramientos,
rechazos, incomprensiones,
variopintos sentimientos,
expresiones negativas,
descargadas sobre un pueblo.
Y mientras ella no llegue,
seguiré en mis derroteros
de lamentar la existencia
de estos peligrosos juegos,
que al despertar la mañana,
después de sonoro trueno,
cartas de vida y de muerte
se juegan en el festejo.

4 comentarios:

  1. En vuestra poesía pedís la revelación de la esencia de estos peligrosos juegos, he aquí la opinión de un humilde bloguero visueño enamorado de estas fiestas desde que las conoció:

    http://desdeelbalcondelosalcores.blogspot.com/2009/07/encierros-de-san-fermin.html

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  2. ¡ Buenísimo ! como siempre, quedo presa de tus escritos. Un abrazo.

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  3. Como siempre, Francisca, gracias por tu visita y por tus comentarios.
    Abrazos desde la Ballena.

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  4. Con seguridad, nuestras palabras y sentimientos cambiarían si hubiéramos tenido la oportunidad de conocer y vivir de cerca, como tú, los citados festejos.
    Oportunidad imposible, por la edad, por respeto y por la falta de valor para correr delante de estos bravos animales o de cualquier otro.
    Nos gusta tu blog. Felicidades.

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