2. A TU VOZ
Tenías la voz cascada,
de tanto recitar versos,
castizo, señero y grave,
era tu deje, tu acento,
voz de ronca caricia,
para narrar cuentos tiernos.
Tenías la voz herida,
por ser juglar de este tiempo,
de ronroneos de mar
y de quejíos sureños,
con el sonar diferente,
de los viejos sonajeros
y el cadencioso vibrar,
del rasgueo y del gorjeo.
Tenías la voz quebrada,
de tanto recitar versos,
a los niños y a los grandes,
que al lado de ti, crecieron,
libando tu fantasía,
tus quimeras y tu verbo.
Hablemos de teatro: Vudú (3318) Blixen
Hace 3 semanas
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